Sunday, May 13, 2007
poeMARTES 026
Éste es el tiempo con olor a fugas y acechanzas,
el tiempo de las estrellas podridas y los perros ahogándose bajo el ruido de los balazos,
el tiempo de la paloma y el gorila,
el tiempo de las grandes bombas,
el tiempo de la desaparición de los pájaros en los caminos del cielo.
¿Hacia dónde caminamos, hacia dónde van nuestros pasos secos y los pasos secos de los caballos que rompieron las jáquimas
y los pasos secos de un corazón enorme que ya no puede vivir entre las piedras?
Vamos hacia la madrugada limpia de los bosques,
hacia el gran día de todos los ahorcados y de todas las músicas
cuando el tiempo olerá como la yerba que nunca ha sido pisoteada.
Éste es el tiempo/ Fayad Jamís
(México, 1930-1988)
http://www.poema-de-amor.com.ar/poemas-de.php?autor=429&no=f
http://www.palabravirtual.com/index.php?ir=crit.php&wid=240&show=poemas&p=Fayad+Jam%EDs
http://www.cubarte.cu/global/loader.php?cat=personalidades&cont=showitem.php&canal=&id=255
http://www.trovadores.net/aa.php?NM=589
http://www.cubaliteraria.cu/antologia/cien_poetas/fayad_jamiz.html
http://www.lajiribilla.co.cu/2006/n275_08/poesia.html
http://www.arrakis.es/~aarias/poemas2.htm
http://www.lafogatadigital.com.ar/elpueblova/politica/leer.htm
Contenido
Descubriendo – José Mari García Linares
Fijación – Juan Lebrón Cruz
Habitación y espejo – Alejandro Drewes
Miel sobre hojuelas – Aymer Waldir
Descubriendo
Descubriendo el sol de los domingos
por la niñez de los paseos marítimos,
la veo descubriéndose por siempre.
Le faltan los churretes en la cara
y algunas migas de maíz en el vestido.
Descubriendo el mar de cada tarde
entre las rocas del tiempo bronceado,
emerge de entre olas con espumas en los senos.
Siempre igual que en mi memoria,
de piel turquesa y pubis caracola.
Me descubro con sorpresa al descubrirla
en los retratos de la vida en otra parte,
siempre viva en cada marco,
con la risa de un pasado
que aún resuena en la gramola de mis treinta.
© José Mari garcía Linares
Fijación
Hoy juzgo la contradicción del poeta:
que si rimo,que si libre,que si mato
a las golondrinas que seducen mi oído
con golpes de aldaba
pellizcos del alba...
Rimar?
Que tal amar, el verso
en beso libre,
sin la metrica de la moral?
Que tal declamar, el beso
que me dio tu corazon
cuando dormía en tu pecho?
El colibrí se empalaga en mis oídos
endulzados por tu voz
de pulpa desertica de odio
serpenteada por mi lengua
húmeda de tinta,
que desangra anclas de oro
Anclas que se fijan a tu ombligo
de remolino y espirales candentes
a alimentarse de espejismos plateados,
que las encanecen.
Son siglos que amananecen
en la marea de nuestra libidez
que crece en tus ojos negros;
Son nidos que planté
en el magma, de tu ultima erupción
© Juan Lebron Cruz
Habitación y espejo
Una noche como puente -¿hacia dónde?-, y una habitación
invadida por
las
huidizas sombras de la noche.
El ojo de la cámara en su desplazarse moroso que apenas logra
darnos
nada
más que un gran espejo de pie, junto a la cómoda. Dentro de la
luna,
nada.
Ni fuera otra cosa que tiemble, como esas mismas aguas tiemblan.
Muy tenues pasos -¿dónde?- apenas quebrando la solemnidad del
instante,
el
crepitar de su incendio suave.
Una noche como puente a tantas otras largas noches, breves noches,
azules,
rojas, blancas.
Alza apenas tu única voz, y luego tan sólo espera quieta, muy
quieta.
Ella,
o al menos su Sombra en la tierra, vendrá. Tú sin preguntas,
sabes
qué
vendrá, cuándo.
Gota de agua que tiembla y pende todavía de la afilada cornisa del
íntimo
instante. Agua y fuego, raro placer de las horas que pasan, y de
pronto
no
sabes, y es noche en el mundo, y en esta cúbica miniatura del
mundo.
Alguien que grita o ha gritado, un gemido tal vez. Diluida corriente
de
una
voz en el espacio, oh tan lejos.
Como saber el lugar preciso que cobija, la manera especial en que la
última
luz abandona el recinto y cada mueble, y recoge cada detalle: la
oscura
alfombra color de mar en calma; un fragmento del lecho vacío, el
contorno de
una puerta cerrada.
Una noche -y esta misma noche- como un barco lentamente derivando,
lentamente bajo las estrellas. Oh tú, alto mar de la noche: tus
signos,
tus
Itacas, todos los mundos en la esfera perfecta.
Pente-pente-deca, armónica medida de unas manos que prueban a
medir
el
universo.
Rutas que ignoro, voces que no escucho, tiempo que ya no habitarán
mis
gestos.
Camino hacia ese puente, en temor de la vida, presente temblor de
algo
inaudito en esta profunda tensa calma.
Algo que de pronto, a mis espaldas, estalle.
© Alejandro Drewes
Miel sobre hojuelas
Es día de eclipse
desaparece para vestirse con tu boca
los testigos componen percusión contra tus labios
acompañan los intentos de un planeta telúrico
que pretende girar alrededor de la música
y dejarte
con la miel en los labios
© Aymer Waldir
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© mediaIslapoeMartes 31 de Mayo 2005.-
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1 comment:
Alejandro, tienes tremendo poema!
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