Estuve en tu seno como una fiera muda.
Estuve en tu seno como un ángel hambriento.
De tu seno a tu seno hay un camino.
De tu seno a tu seno hay dos delfines.
Tu seno derecho navega hacia el izquierdo.
Tu seno izquierdo navega hacia el olvido.
No tengo boca para el delfín.
Me sobran ojos sobre la rosa.
Estuve en tu seno como una lluvia rota.
Estuve en tu seno como una daga fina.
En la ribera del viento están tus senos.
A la orilla de un potro que galopa.
En mis ojos navegan y a mis ojos regresan.
Navegan desde un puente que interroga el agua.
Son dos rincones de pez nadando hacia mi lengua.
Son dos islas de sombra que el tigre retoza.
Estuve en tu seno como una fiera muda/
Enriquillo Sánchez [República Dominicana, 1947-2004)
http://www.poesia.us/esanchez.html
http://www.cielonaranja.com/menaenriquillosanchez.htm
http://www.adamar.org/numero_16/000077.rodriguez_soriano.htm
http://www.clavedigital.com/Reporte/Articulo.asp?Id_Articulo=158
http://www.litteraturedominicaine.com/poesies/generation1960.html#missa
Contenido
Nudo – Huáscar Vega
Poema – Edgardo Ramírez
Me diluyo gota a gota – Luciana Garcés
Nudo
Ante ti he llegado desnudo
hasta de mí mismo.
© Huáscar Vega
Poema
Los carbones restallaron la palabra de cenizas,
Orula incendia las gardenias con su densa lengua de jazmines.
La larga frente del mar sobre la arena resplandece
cuando la noche comienza a penetrar el día,
-una noche de uñas y silencio.
Ecos de antaño: tronadoras baterías de corales,
fulminantes cárdenos de crepúsculos.
La ciudad segura, Varanasi, murmullea en cada huella
polvorienta en el cristal del aire.
Suenan al unísono mil clarinetes para Mozart
en concierto de labios y eclipsados fulgores,
en La menor el adagio es un ensangrentado caracol.
Un pitohui se oculta en la flor de los naranjos.
Los efímeros heraldos asolan agrios los jardines,
tomo sus sexos alterados y rojizos para el bodegón que pinto.
Babiecas penumbrosos relinchan vaho de cola de cometas,
-entre neblina de anfetaminas mueren las fuentes
del jardín de las arterias- cuando las relucientes navajas
degollan otra risa, desasida y huerfana.
Ruedan corazones descosidos por las cunetas de un Bagdad,
exótico, lejano, malamente enrarecido,
y el corifeo de ciudades asesinas entierra lapidadas Antígonas.
Esa palabra ígnea: dado cargado y álgido de albas,
cachetes incendiados de la arena,
catastróficos parajes, terribles dones,
-juega a los crímenes del árbol-,
aquel letargo de las brumas...
encuentra y dice, comunica y pega.
El óxido de fétidos orines se atrinchera sinuoso en los altares.
Las estridentes clarines del ocaso llaman a rebate,
ahora que un lirio se desviste:
Dueño de la niebla de las palabras inspiradas,
se desdice prisma, primavera primordial, zarza en ascuas,
bilocal espejo iluminando ya todas las cosas.
© Edgar E. Ramírez
Me diluyo gota a gota
Apenas rozarte, pestañas y lengua,
en caricias circulares que amplían
la zona donde sembrar concupiscencia.
Me gusta ese paseo íntimo, húmedo,
semisomnoliento, ligero como una pluma
o el aliento templado de un ángel.
A veces, doy libertad a mis deseos,
duplico mi ansía si es factible,
beso a beso, lengüetazo a lengüetazo.
Cuando los esquemas se rompen
cercano el espasmo vital que nos una
me rindo al placer de poseerte.
Y me diluyo, gota a gota, en ti y contigo.
© Luciana Garcés
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© mediaIslapoeMARTES 30 de junio 2006.-
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