Monday, September 24, 2007
poeMARTES 049
Intento abrir el negro paraguas de mi padre
debajo de la cama, sin poder conseguirlo
porque voy tropezando con zapatos y botas.
Pruebo después con otro paraguas más pequeño
y mío, de colores, cuando yo era niña,
y tampoco lo logro.
Alguien me dice entonces
que no se debe abrir en la casa el paraguas.
Pero sigo, terca, hasta que doy con algo
apenas consistente, por donde mi pequeño
paraguas se me escapa completamente abierto
y girando con todo su esplendor de colores.
El paraguas / María Victoria Atencia
[España, 1931]
http://www.mvatencia.com/
http://amediavoz.com/atencia.htm
http://www.escritoras.com/escritoras/escritora.php?i=36
http://www.poeticas.com.ar/directorio/Poetas_miembros/Maria_Victoria_Atencia.html
http://www.cervantesvirtual.com/portal/poesia/atencia/autor.shtml
http://www.cervantesvirtual.com/bib_autor/atencia/
http://moscu.cervantes.es/Biblioteca/autores/atencia/obra.htm
http://www.poesiaspoemas.com/maria-victoria-atencia
http://www.imaginando.com/literatura/archivos/000115.html
http://toulouse.cervantes.es/Biblioteca/doc/atencia.pdf
http://www.palabravirtual.com/index.php?ir=crit.php&wid=342&show=poemas&p=Mar%EDa+Victoria+Atencia
http://www.ciudaddemujeres.com/poemario/A/AtenciaMaVictoria.htm
Contenido
Roberto José Adames – Estanque de ayeres
Juan Emilio Batista – 27
Mari Cruz Agüera – Ahí estás tú
Julio Adames – Travesía de un gato
René Rodríguez Soriano – Oroliz
Estanque de ayeres
Hay tantas cosas que he olvidado
Y que nunca voy a recordar
Hay tantas cosas que recuerdo
Y que nunca voy a olvidar
Será que en esencia sólo soy
Un poco de recuerdo
Un poco de olvido
© Roberto José Adames
27
Yo aquí vivo entre la nada
en esta larga avenida
de cafetines y tiendas
De vez en cuando visito las iglesias
buscando llenar de tedio
la incertidumbre
que duerme en mi casa
Con ella salgo de la noche
y entro al día
aún después de sus máscaras
Busco en las guerras la belleza
que me persigue en la paz
la toco excitado de mirarla
y la descubro
con tantas sonrisas
© Juan Emilio Batista
Ahí estás tú
Aquel que ha sentido una vez en sus manos temblar la alegría
no podrá morir nunca
José Hierro
Cómo olvidar los bosques que me amaron,
tu corazón de yerba,
esa mirada lenta de la tarde
que pulsaba la voz de nuestros sueños,
una canción vibrando en las colmenas,
un centenar de pájaros, el agua,
y esa esperanza erguida entre los chopos
distrayendo a la muerte.
Cómo olvidar la luz hecha camino,
el valle perezoso de las sombras
hollado por tus pasos,
los lirios de la tierra prometida
que sembraste en mi vientre,
una campana al sol, verbos fugaces
y la paz en las manos.
Cómo olvidar de ti, puerto de espigas,
la caricia creciente, el pan suave,
si aún el latir del viento en el molino
viene a agitar tu nombre.
© Mari Cruz Agüera
Travesía de un gato
El gato trepa por el caballete
Maúlla sobre el techo haciendo breves movimientos
Y arrumacos de elasticidad en el vértigo
Explora el episodio en que tendrá que saltar la certidumbre de lo real
Como cuando salía espantado por los rincones en plena cacería
Y todo era parte de un juego
Su vientre tenso es el oráculo y la solemne lección
Es el tiempo pasando por los horcones
Y es la nada que grita seduciendo la espera
Un gato frente a la obsesión de ser gato
Retorna a la línea
Calladamente
Negro y felpudo llora
O no llora
Y se pregunta por qué
Pero ser gato no le da respuesta.
© Julio Adames
Oroliz
Ella hablaba de Cortez, de Vespucio
o de Ovando.
Yo urdía nuevos territorios
en el mapamundi de sus ojos,
cabalgaba sin aire
por las parejas sendas de sus dientes,
y deslumbrado como un ciego,
despertaba ante el milagro:
la fotosíntesis
era posible en su blusa sustantiva;
no había verbo ni adverbio
capaz de asir con tino sus caderas.
Yo aprendí los colores y las formas
sentado frente a ella, sin cuaderno.
© René Rodríguez Soriano
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mediaIslapoeMARTES 25 de setiembre 2007.-
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